Los soldados y el ejército Griego

Que la maquinaria bélica griega era efectiva es una realidad  más que evidente, por ello para entender el por qué de su éxito haremos una breve explicación sobre su composición en el campo de batalla y los elementos que los estrategas ponían en funcionamiento.

 

armadura griega

 

Las armaduras griegas frente a lo que se cree estaban bastante personalizadas, sí que es cierto que seguían un cierto modelo genérico pero el estilo variaba según las preferencias del soldado. Podemos afirmar que todo el aparato militar, incluyendo los soldados, debían formar una unidad que permitiera intimidar antes de la batalla.


En la antigüedad los soldados persas utilizaban el grito y el choque de las espadas contra los escudos para dar la apariencia de ser mayor número de unidades y para crear un ambiente de terror, en el caso de los griegos era diferente, usaban más el estilismo y la ordenación de tropas como arma de intimidación. Así encontramos petos de cobre, dorados o fabricados de oro macizo con grabados personales que en contacto con los rayos del sol, ofrecían un aspecto muy especial, una sensación de divinidad para quién lo llevaba, incluso era un punto de referencia, los soldados sabían dónde estaba su general.

Lo opulento marcaba el grado de importancia del individuo en las tropas, cuanto mayor poder, más impresionante era su equipación y la de su montura, de hecho cada ciudad o polis griega disponía de elementos diferenciadores, un ejemplo serían los mirmidones (soldados de Aquiles) que iban equipados de negro ya que eran apodados los "hormigas", de hecho era sencillo dando un vistazo visualizar las posiciones según su aspecto. Alejandro Magno se servía de sus armaduras doradas que daban un halo especial y de alguna manera animaba a las asustadas tropas... eran armas disuasorias muy efectivas.

 

Los hoplitas disponían de un casco o yelmo de bronce, una coraza, grebas (protector de las piernas) un escudo (hoplón) de unos 90 cm., y su arma principal e imprescindible, la lanza, todo ello fue variando en el paso de los siglos, pero en términos generales fue la equipación básica del soldado heleno. Las grebas, y la coraza eran de metal adornados con formas básicas y los escudos hechos de madera con una hoja de bronce se ilustraban con dibujos que representaban fieros animales o caras masculinas. Debido al peso del hoplón, los soldados debían sujetarse al asidero del escudo con una correa de piel que se acollaba al codo para mayor seguridad.

Los cascos corintios disponían de los llamados penachos que se colocaban sobre el casco y que estaban hechos de diferentes materiales, crines de caballo, plumas o materiales sintéticos que se personalizaban según los gustos con diferentes formas y colores dando espectacularidad a las tropas, sus colores eran brillantes y llamativos incluso se sabe que un caudillo en Tracia se colocó sobre el casco un pájaro de hierro que con el movimiento cuando cabalgaba daba la sensación que el animal batía sus alas.

El casco corintio no fue el único que se usó, estaba el Ilirio y el Kegel que también se utilizó en sus orígenes pero que perdió fuerza debido a que era muy pesado.

 

Las lanzas hoplitas tenían un tamaño de unos 2,50 metros de largo y se usaban únicamente para pinchar o para cargar pero no para lanzar debido a su peso. Se sujetaban con la mano derecha que era la que estaba desprotegida del hoplón y en posición de ataque, es importante reseñar que el brazo derecho debido a la formación tan junta de la tropa quedaba de alguna manera protegido por el hoplón del compañero de al lado, ofreciendo cierta seguridad.

Las filas hoplitas estaban diseñadas para un ataque frontal y rápido, así mismo la longitud de las lanzas permitía disponer de un espacio prudencial con el oponente.

En el caso de que la tropa sufriera un ataque aéreo con flechas o catapultas, la formación hoplita colocaba el hoplón sobre su cabeza creando una especie de caparazón que les resguardara.

Las catapultas fueron un invento de Arquímedes, así como la implantación de espejos que colocados de manera específica cegaban a los barcos y a las tropas enemigas. Estos inventos y otros formaron parte de la maquinaria bélica griega durante siglos, posteriormente la adaptaron los romanos y se prorrogó durante la edad Media, dando muy buenos resultados.

 


Otras de las armas que se colocaban en torres de asedio o a modo de defensa en los muros de las ciudades eran los lanzadores de flechas, la altura venía a ser de unos 2 metros  y podía ser manejada por un soldado, de manera más sofisticada existía otra arma letal que era un lanzador de flechas automático que podía almacenar decenas de flechas que a medida que iban siendo lanzadas se iban cargando con la siguiente. La máquina era parecida a los carros de combate actuales pues poseían un sistema de traslado mediante piezas rodantes a ambos lados que permitía colocarla según interesara.

 

 

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