Ateneo de Adriano

 

Introducción

Adriano fue de esos emperadores con la responsabilidad de estar a la altura del legado dejado por su predecesor. Trajano había dirigido el imperio con mano férrea pero con una eficacia que lo encumbró como uno de los mejores administradores públicos, amado por los suyos y respetado por los tres fundamentos romanos: el pueblo, el senado y las legiones, en un equilibrio difícilmente igualable. Ciertamente, la frase usada para proclamar a los emperadores posteriores que reza: "Felicior Augusto melior Traiano" o lo que es lo mismo "más afortunado que Augusto, mejor que Trajano" sintetiza muy bien la consideración que el pueblo y el propio sistema político tenía de éste. Aunque Adriano había sido adoptado por Trajano, casi en lecho de muerte y con la sensación de que Plotina, esposa del difunto emperador, había instigado a tal cosa, se consagró como un digno heredero político, en ocasiones eclipsado por esa sombra tan y tan alargada.

Lo cierto es que Adriano a su llegada al poder ejecutó perfectamente las tareas que el imperio demandaba y en ámbitos muy diferentes, desde la pacificación o delimitación del imperio, muestra de ello fue la "limes" que separaba a los territorios bárbaros, hasta la construcción o rehabilitación de edificios públicos y civiles que aún a día de hoy son visibles e iconos de la magnificencia romana: la rehabilitación del Panteón como hoy puede contemplarse, su magnífico templo de Roma sede actualmente de la Bolsa o el Ágora de Atenas, símbolo de su helenismo recalcitrante son algunos de los muchos ejemplos.

Ese profundo amor al arte, la filosofía y al conocimiento científico le llevó a elevar la cultura a una cuestión prácticamente de estado, restaurando en la propia Atenas los monumentos y espacios maltrechos por el tiempo y a importar a la propia Roma esos idearios que habían hecho del pueblo heleno un referente en el pensamiento y el arte. Adriano fue un helenista consumado y muestra de ello fueron sus extensos viajes alrededor del imperio.

 
Di Chabe01 - Opera propria, CC BY-SA 4.0
 

El Ateneo

La Superintendencia especial de los bienes arqueológicos de Roma, a través de la excavación llevada a cabo por la Cooperativa arqueológica dirigida por Giovanni Ricci y Roberto Edigi, inició el estudio de los primeros restos en el 2008 en cuanto emergieron fortuitamente por la construcción de la nueva línea C del metro. La zona, localizada en una isleta junto a la Iglesia Madonna de Loreto, se encontraba tocando el foro de Trajano y frente al Altar de la Patria. 
El estudio del yacimiento iba acrecentando la expectación, pues se tenía conocimiento que Adriano había construido un edificio destinado a discusiones filosóficas, aulas culturales y espacios poéticos que albergaron las mejores plumas y cerebros de su tiempo. Las dudas empezaron a disiparse con la localización de la escalinata doble y opuesta separada por un pasillo central. Estas gradas, que recordaban a las halladas en las curias donde se reunía el Senado, servían para que oradores o poetas pudieran confrontar sus posturas o discutir sobre temas filosóficos albergando en una ubicación específica de la ciudad, el arte y el pensamiento.
 
Di Carole Raddato from FRANKFURT, Germany - Piazza Venezia, Rome, CC BY-SA 2.0 
 
Los restos que pueden contemplarse en la actualidad corresponden a unos fuertes muros de ladrillo que debían soportar unos enormes techos abovedados. El complejo presenta tres salas rectangulares separadas por un pasillo, y decoradas con suelos de losas grisáceas enmarcadas por otras de un color ocre amarillento.
 
Di Carole Raddato from FRANKFURT, GermanyPiazza Venezia, Rome, CC BY-SA 2.0
 

Problemas de datación

Uno de los problemas que permite lanzar diferentes hipótesis es la datación de los restos. Los ladrillos se enmarcan dentro de un segmento temporal entre el 123 y el 125, pero la fundación de Adriano de su Ateneo se sitúa en el 135 tras su regreso del conflicto de Judea. Ese vaivén de una década es lo que ha creado cierta controversia sobre si efectivamente se trata de su famosa construcción. Algunos arqueólogos apuntan que los ladrillos podrían haberse construido con anterioridad y haberse utilizado en fechas posteriores.

Con la decadencia del imperio el recinto entró en desuso, asimismo la caída de la bóveda posiblemente debida a un terremoto acabó por relegarla al olvido. Posteriormente se sobrepusieron otras construcciones como una ceca para la acuñación de monedas o un hospital  ya entrado el siglo XVI, dejando que el Ateneo quedara a cinco metros de profundidad respecto al actual nivel del suelo.

Conclusión

 El Ateneo de Adriano es una de las muchas joyas que han salido a la luz en los últimos años pero no cabe duda que no será la última. Hay cierta emoción en saber cuántos tesoros aún quedarán sepultados por las nuevas construcciones y una sensación de que lo mejor está quizás por venir. La antigua Roma parece no querer desaparecer de nuestra cotidianeidad y emerge con una solemnidad abrumante para recordarnos que siempre ha estado entre nosotros.

 
Mireia Gallego
Octubre 2022
 

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