El perfume

Al Fayum Treasures British Museum

Introducción

Si hay algo que sintetiza la belleza casi más que cualquier maquillaje son los perfumes, éstos, son sin duda los culpables de despertar en hombres y mujeres sus grandes pasiones ocultas y en ocasiones representan un sello de identidad de su portador/a siendo fácilmente identificable y por qué no, quedando en la pituitaria de los que la padecen, para bien o para mal.

El olfato es un sentido tremendamente desarrollado y aunque si bien los humanos hemos perdido su potencial inicial debido al predominio de otros sentidos, sigue siendo uno de los más importantes incluso para la sexualidad, ya que hombres y mujeres siguen receptando en sus cerebros el aroma de feromonas que despiertan su animadversión o gusto, no en vano la rumorología apunta a que la propia Marilyn Monroe despertaba más interés por su olor corporal que por el famoso uso de Chanel nº5.

Por tanto el perfume, tiene casi tantos años como el ser humano y tantas variantes como personas. Los aromas vienen acompañándonos desde siempre, pero la comercialización de los mismos es un proceso que se inició hace miles de años con una fuerte influencia oriental. Una vez los grandes imperios adquirieron una dimensión global, aquellos perfumes de aromas exóticos fueron siendo mercancía de intercambio a precios que en ocasiones hacían temblar las economías.

 

Treasures British Museum
 

Inicio

Viene siendo lógico que el ser humano haya despertado su placer a través de los aromas, lógicamente nuestra mente creativa y práctica halló la manera de recogerlos, amplificarlos y preservarlos en el tiempo, y aunque si bien al principio esos aromas fuertes sirvieron para consagrarlos a las deidades en forma de bastoncillos de incienso o aceites por su valor y su significado, fueron posteriormente adaptados a la cosmética y belleza tanto femenina como masculina.

Sería un error pensar en el perfume como lo entendemos en la actualidad, al principio esos aromas estaban concentrados en aceites que se utilizaban como ungüentos principalmente para tapar el mal olor, pensemos...el fallecimiento de un familiar, iba seguido de unos días de acompañamiento y duelo del difunto, para finalmente ser incinerado, en una época en que el calor no podía sofocarse como ahora, creéis que esos aceites fuertemente aromatizados no eran la salvación de los acompañantes?

Independientemente de ese uso casi religioso y necesario, los perfumes se fueron introduciendo como hábito en el día a día de la población y se convirtieron en un símbolo distintivo. Las egipcias colocaban sus conos aromáticos en las pelucas para disimular el desagradable olor que el tiempo y el sudor procuraba en ellas, si un hombre les susurraba, olisqueaba la intensa esencia del pequeño cono antes de salir despavorido. En el caso de Grecia y Oriente la imposibilidad de un aseo total y diario hacía que esos aceites y ungüentos fueran la salvación de muchos y alivios de otros tantos. Con las colonias griegas en territorio romano se fue dispersando y sociabilizando su uso como cosmético, motivo por el cual en las termas los masajistas los aplicaban en los cuerpos de clientes.

 
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Las flores que cubrían el parterre de los jardines, el aceite de las lucernas, o el incienso quemado a los dioses lares o a sus antepasados difuntos ya procuraba una ambientación a las casas romanas pero qué perfumes eran los favoritos para cubrir la piel?

Bien, habían de tres tipos según su estado, los confeccionados con aceite principalmente destinados a los masajes corporales ( con diferentes aromas y propiedades según la zona corporal), los que eran más densos pues eran fijados con resinas que serían nuestros actuales perfumes y finalmente los confeccionados en polvo que provocativamente servían para dispersarlos por la piel con la ayuda de plumas de ave, muy erótico si lo miramos fríamente, 

 

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Los perfumes eran colocados en diferentes tipos de recipientes dependiendo de la densidad y uso. Aunque principalmente y en orígen se usaron recipientes cerámicos, más toscos pero efectivos,  con la llegada del s.I se fue extendiendo la comercialización del perfume en envase de vidrio o incluso en tarros circulares de plata u oro para los ungüentos más densos, tipo crema. Algunos de estos envases han llegado a nuestros días casi intactos y donde es posible ver reproducidas escenas o formas muy diversas dependiendo de los gustos y del sexo del propietario. Todo ello nos invita a pensar que la evolución del perfume fue cambiando de connotación sacra a social y que aquéllo propiamente reservado a lo religioso se humanizó convirtiéndose en tendencia. Y efectivamente así fue.... Todos recordamos haber estudiado el pasaje en el que María Magdalena limpia los pies de Jesús y utiliza sus propios cabellos para secarlos añadiendo "el perfume o aceite de nardos", este detalle a priori sin importancia nos ofrece información importante sobre el s.I. El perfume de Nardos fue uno de los más exclusivos de su época y su uso poco extendido, no por falta de clientela sino por lo caro e inaccesible del producto. El nardo es una flor de aroma potente y tremendamente atrayente, tanto que en el renacimiento se llegó a prohibir su uso entre las más jovenes y es una de las fragancias más usadas por los perfumistas actualmente, tiene una especie de connotación mística de ungüento amoroso. 

No obstante los nardos no fueron las únicas flores que engrosaron la lista de las preferencias en perfume: rosas, narcisos, azafrán, lavanda, hinojo y mirra, por ejemplo, se convirtieron en auténticas armas de seducción tanto femeninas como masculinas siendo en algunos casos motivo de rechazo por algunos autores clásicos e incluso senadores que acusaban de un exceso de maquillaje y perfume en ambos sexos llegando a lo grotesco, por no hablar de las fortunas que se podían gastar en determinados aromas exclusivos tremendamente concentrados como el Foliatum que relata el propio Marcial que dejó a más de uno en la bancarrota más absoluta.

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Así pues, con tal demanda de aromas no se tardó mucho en disponer de un colectivo de perfumistas en Roma, los colegios de los unguentarii tuvieron sus espacios en los principales mercados de la ciudad, ellos eran los encargados de custodiar las fórmulas específicas y el procedimiento de creación del perfume, que incluía la prensa de los pétalos, raíces u hojas en aceite, su maceración y la mezcla con otros ingredientes. Cuanta mayor concentración del preciado líquido con la esencia floral, cuanta más intensidad, más caro era el producto, tanto es así que la especialización y fama de algunos perfumistas engrosaron la lista de  de la aristocracia y personalidades de la época que los demandaban por sus formulas magistrales o incluso determinadas zonas como la zona volcánica de Nápoles fueron consideradas preferentes por las propiedades de las tierras volcánicas y su incidencia en las plantas y flores.

Aun así cabe destacar que la clientela pudiente de los perfumistas eran un sector minoritario como para producir grandes beneficios a los unguentarii, es por ello que muchas de las tabernae o tiendas estaban próximamente ubicadas a bares o prostíbulos, principales consumidoras de tales productos, para ellas, mucho menos adineradas, los perfumistas tenían a su disposición perfumes menos concentrados, más baratos y con aceites más económicos que aunque no perduraban en sus ajadas pieles durante el ejercicio de su profesión sí que les daba cierta sensación de higiene y erotización.

Pero, caeríamos en error si pensáramos que el perfume disponía sólo de connotaciónes exclusivamente femeninas, tanto en la época republicana como en la Imperial, el perfume pasó a engrosar la lista de productos para el aseo y acicalamiento masculino en personalidades ilustres, Julio César amante de la depilación y la limpieza corporal hacía uso de perfumes más frescos por no hablar de la retahila de emperadores romanos que sucumbieron o incluso se obsesionaron con tales productos como fue el caso de Heliogábalo o Nerón y su mujer Popea. No es menos cierto que otros en cambio eran reacios al exceso de aromas que recordaban más a los excesos orientales que a las buenas costumbres romanas.

 

Lo cierto es que con el paso de los siglos estamos en las mismas tesituras, perfumes caros y exclusivos vs aguas de colonias más frescas y menos duraderas, caro contra asequible, olor corporal natural o perfumes atrayentes... Nada cambió, excepto el acoso de los anuncios en Navidad

 

 

 

Mireia Gallego 

Octubre 2017

 

 

 
 

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