Martigny

Introducción

Suiza es mucho más que valles encantadores y montañas nevadas de postal, más que casas de madera y macetas de geranios y más que dulces y chocolates, la actual Suiza representó un centro neurálgico por el que pasaron grandes imperios y sus grandes picos fueron sorteados por los más intrépidos generales de todos los tiempos. 

La situación geográfica de Martigny ya nos ofrece pistas del por qué representó un feudo importante y a la vez nos hace sospechar que su ocupación no debió ser sencilla. La climatología extrema y una orografía compleja debió ser un handicap para aquellos romanos que comenzaban a soñar con la inclusión de la Galia como parte del poder de Roma.

 
Siempre que intento hablar de los restos romanos que ocupan los diferentes mapas políticos actuales, invito al lector a que elimine de su cabeza las fronteras y piense en reducido, en una sociedad tribal, esa equivalencia no significa que se menosprecie a sus habitantes sino que se debe poner en situación para entender el qué y cómo de cada ocupación. Martigny queda situada en un valle bordeado por los prominentes Alpes, en época prerromana fue habitada por una de esas tribus, concretamente los "Veragros" ocupantes de Valais junto con otras hermanadas de orígenes celtas y helvetias que ocupaban zonas más situadas al Este. A pesar de que eran tribus diferentes, ante las continuas ocupaciones de la República romana, lograban aunar ciertos esfuerzos comunes, de hecho ni el propio Julio César pudo escapar de la resistencia de los veragros durantes sus incursiones militares en el 57 a.C. No fue hasta 32 años más tarde cuando Octavio emplaza al general Aulo Terencio Varrón a que acabe con la resistencia y abra un paso por el " Gran San Bernardo", situado entre Aosta y Martigny, para poder ocupar el territorio y enlazar una vía de comunicación con las provincias romanas de la Galia del Oeste.
Posteriormente, cuando el paso fue asegurado definitivamente se construyó en el Puerto de montaña de San Bernardo un Templo dedicado a Jupiter, motivo por el cual a la zona se le conoce aun por "Col de Mons Joux".
La consecución de Martigny significó asegurar de manera natural parte de las fronteras itálicas salvaguardadas por la cordillera alpina, era un éxito necesario y obligado para un Augusto obsesionado con la pacificación de su recien conseguido imperio, el resto de los territorios alpinos fueron asegurados en su totalidad con su heredero Tiberio.
Pudiera parecer que tras la ocupación existiera una cierta resistencia pero realmente no fue así, tras la pacificación de la zona, los romanos se dispusieron a crear una provechosa red de calzadas que facilitó el trasiego de mercancías y de comercio local, por lo que los habitantes de Valais incluidos los Helvetios se romanizaron paulatinamente sin mostrar demasiada animadversión.
Conocida como Octodure, fue rebautizada durante el imperio de Claudio como Forum Claudii Augusti y convirtiéndose en capital de su región. A pesar de su romanización paulatina Martigny siguió preservando una cierta influencia celta que quedó patente en sus celebraciones, elementos cotidianos y en su idioma, fusionándose con el legado romano sin que ello supusiera un problema aparente.
 
La sintetización cultural llegó al extremo de que los dioses celtas y los dioses del Panteón romano se unificaron creando nuevas personificaciones locales, asimismo en los siglos posteriores ante la influencia de los cultos orientales Martigny se  sumó a la moda de cultos como Isis o Mitra.

Restos

Respecto a los restos romanos visibles de Martigny localizamos un anfiteatro en un gran estado de conservación por un proceso de restauración posterior, donde es visible no solo la graderia y el perímetro completo sino los accesos este y oeste, de pequeñas dimensiones si lo comparamos con otros ya que su capacidad era de hasta 6000 espectadores. La información que nos da su capacidad es que posiblemente el área no estaba densamente poblada pero sí profundamente romanizada, hecho que se asienta en la localización de unas termas romanas y diversas villas señoriales que apuntan a una economía estable.
 
 
El mitreo es otro de los restos visitables de Martigny, como hemos comentado su culto se extendió más allá de los Alpes y se prolongó hasta siglos posteriores cuando se prohibió definitivamente.
Actualmente la fundación Pierre Gianadda a través del museo permite contemplar los restos hallados de la época gala y romana, donde se entiende esa fusión de la que hemos hablado anteriormente. 

Martigny nos recuerda las bondades del imperio y la romanización menos sangrienta, nos emplaza a conocer más sobre una Galia más desconocida, sobre un pasado a espaldas de los Alpes, grande, fructífera e histórica.

 

Mireia Gallego

Febrero 2018

 

 

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